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  • Foto del escritorPablo Llanos

El amor y la espera


En la última Feria del libro de Córdoba, tuve la suerte de encontrar una antología de poesía clásica china, muy linda. La publica una editorial de Capilla del Monte que se llama “De todos los mares”. Allí encontré a un autor muy interesante, Li Shangyin, un representante de la época de oro de la poesía china.


La obra de Li Shangyin

Se trata de un poeta particularmente versátil, que escribió en prosa y también en verso, y se ha movido entre una gran amplitud de registros, estilos y formas. Pero sus poemas más famosos actualmente corresponden a un tipo de poesía oscura, hermética, rica en alusiones a textos literarios de la tradición, y de tema erótico o amoroso, que se encarna concretamente en la serie de los poemas “sin títulos”. En un contexto en el que los poemas solían ser titulados, el hecho de no ponerle título era una provocación, una invitación al lector a completar el sentido, a no dirigirlo ni orientarlo para la interpretación, sino a recordarle al lector su rol irrenunciable como co-creador literario junto con el autor. 


El poema 

El poema que había elegido para hoy tiene la siguiente propuesta de traducción en el libro que les comenté anteriormente:


Sin título III

No es fácil el encuentro, no es fácil la separación.

El viento del este derriba sin fuerzas cientos de flores.

Los gusanos de seda devanan y devanan hebras hasta morir.

Arde completa la vela antes de que se sequen las lágrimas

Y tememos encontrar al alba un espejo

¿Le harán sentir las voces de la noche el resplandor frío de la luna?

Hasta Penglai no hay mucho camino…

Ave azulada, tráeme una respuesta.


Xiang

La palabra 蚕 Cán (gusano de seda) en chino tiene el mismo sonido que la palabra pensamiento 想 Xiǎng (pensar). Este verso alude a los pensamientos que el poeta hilvana, interminablemente, pensando en la mujer amada.

Tian (2011: 11) observa una distinción conceptual entre “si” 思 (reflexión) y xiang 想 (pensar) en la Dinastía Jin occidental (266-316 d.C.) citando una oración traducida por An Shigao 安世高 (activo 148–180) de las escrituras budistas. Esta oración dice que “cuando presenta los pensamientos de uno es llamado “si”; ahora bien cuando ve la forma (del objeto de contemplación) en frente de uno mismo, a esto se lo llama Xiang. Tian afirma que “la naturaleza visual” de xiang es “visualizar el objeto de contemplación en la mente de uno, traer la imagen del objeto al ojo de la mente” (Tian 2011: 21; 64). Su punto revela la conexión entre la imagen y la meditación.


Barthes: Relación entre esta espera amorosa y el hecho estético

En su libro Fragmentos de un discurso amoroso, Roland Barthes nos presenta una "entrada" sobre el significado de la espera en el discurso amoroso. Dice:

“¿Estoy enamorado? –Sí, porque espero.” El otro, él, no espera nunca. A veces, quiero jugar al que no espera; intento ocuparme de otras cosas, de llegar con retraso; pero siempre pierdo a este juego: cualquier cosa que haga, me encuentro ocioso, exacto, es decir, adelantado. La identidad fatal del enamorado no es otra más es que ésta: yo soy el que espera.

Roland Barthes, Fragmentos de un discurso amoroso, p. 139.

Toda ocupación cotidiana se convierte, para la persona enamorada, en una forma de llenar la espera. Hacer cosas, trabajar, limpiar la casa, interactuar con otras personas… todas estas acciones se ven impregnadas por una negación momentánea de la "fatalidad" de la que habla Barthes. Amar es esperar: no es la completud, porque en la espera no hay concreción. Tampoco es la ausencia, porque la espera implica la esperanza de que el encuentro se concrete. En este sentido, Amar no es "algo completo" ni "incompleto", sino algo "que se va a completar". En esa zona liminar entre lo que no es y lo que es se halla también el hecho estético, como decía Borges en "La muralla y los libros":


"La música, los estados de la felicidad, la mitología, las caras trabajadas por el tiempo, ciertos crepúsculos y ciertos lugares, quieren decirnos algo, o algo dijeron que no hubiéramos debido perder, o están por decir algo; esta inminencia de una revelación, que no se produce, es, quizá, el hecho estético."


Termino aquí con las explicaciones. Porque siento que no llego, no es el método adecuado para llegar a la meta. La mejor forma, como hubiera hecho el Sócrates de los diálogos platónicos, es recurrir a un relato, un relato que explique/indique/revele eso que tratamos de iluminar. Acomódense rápido en el sillón, es una historia breve, no necesita más que unas pocas palabras. Dice así:


“Un mandarín estaba enamorado de una cortesana. “Seré tuya, dijo ella, cuando hayas pasado cien noches esperándome sentado sobre un banco, en mi jardín, bajo mi ventana.” Pero en la nonagesimonovena noche, el mandarín se levanta, toma su banco bajo el brazo y se va.”

Roland Barthes, Fragmentos de un discurso amoroso, p. 140.

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